Aquello había sido muy extraño. Lejos de casa, una noche de primavera. No recordaba más que nubes de humo y no lograba deshacerse de esa visión empañada por la humedad. Todo lo que había ocurrido pesaba ahora sobre su cabeza. Se sentía indefensa, débil bajo el constante acecho de su conciencia. No eran remordimientos lo que sentía, pero una voz interior seguía preguntándole qué había hecho. Su memoria le había jugado malas pasadas antes, pero esta vez se le antojaba que era todavía peor...
No creía que pudiera volver a recordar, sólo sabía que si lo hacía, el humo la envolvería de nuevo, las tinieblas estirarían de sus sentimientos con las dañinas garras de los recuerdos y todo, absolutamente todo lo que era ahora, se quebraría para dar lugar a la nada, a un montón de cenizas olvidadas y perdidas en el ancho mundo...
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