Nadie sabía a ciencia cierta dónde se encontraba su residencia ni cómo subsistía, ya que, rara vez se le veía en la calle. Muchos creían ver un halo oscuro a su alrededor cuando se cruzaban con ella; siempre ataviada con oscuros y amplios ropajes y meneando con gracia su larga cabellera castaña con extraños reflejos del color de la plata moviéndose al compás de su paso. Tenía la facultad de aparecer y desaparecer cuando se le antojaba, muchos la habían visto hacerlo, pero eso no la hacía evadirse de su amargura. Nunca hablaba con nadie, y nadie se dignaba a mirarla, por miedo a ser víctimas de un conjuro. Los sabios del pueblo y todo aquél que conocía la magia, decían que estaba hechizada, y los jóvenes que se quedaban prendados de su maravillosa belleza indagaban en libros para encontrar la manera de liberarla de su sufrimiento y así conseguir su amor.
Una tormentosa noche de invierno en que las calles estaban cubiertas por una gruesa alfombra de blanca nieve, un joven errante que pasaba por la aldea, encontró a la joven derrumbada en el suelo con la piel amoratada por el frío. Sin dudar ni un instante, se abalanzó sobre ella, quitándose la capa y tapándola a la vez que la levantaba del suelo. Pasaron largos minutos hasta que ella abrió sus ojos dorados, que se clavaron en el joven como dagas ardientes. Lo único que su instinto le llevó a hacer fue acercar sus labios a los de la misteriosa chica. Sintió como una poderosa fuerza los rodeaba mientras la besaba. La ventisca había parado, sólo se oían sus respiraciones. El hechizo se había roto...
Que bonita historia me gusta :D bsts.
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