Es algo que se cuela bajo tu piel y entre tus huesos, invandiéndote por dentro, robándote todo tipo de intimidad, haciéndote perder la concentración sin importar cuán importante sea lo que estés haciendo. Es una sensación indescriptible que te hace tener una sonrisa constante en la cara, que se te ponga la piel de gallina con solamente un recuerdo, que sientas las famosas mariposas en el estómago de las que todo el mundo habla pero que nadie te había hecho sentir y que suspires más de lo que deberías.
También es nerviosismo y una pequeña opresión en el pecho que no te permite respirar como estás acostumbrado, pero que se compensa por el resto de emociones, que omites porque te sientes mejor que nunca y porque por muy extraño que sea, no quieres que termine. Es echar de menos a quien no pensabas que extrañarías y que las canciones te produzcan escalofríos porque comienzan a cobrar sentidos que antes no tenían, porque empiezas a entender lo que sus autores querían transmitir cuando las escribieron. Es querer alargar cada instante para que todo esto no acabe porque quizás nunca regrese, es querer sentirte así por siempre, porque albergas felicidad que no sabías que podías albergar, porque crees que estás más cerca de las estrellas, porque te sientes completo aunque todavía te falte una mitad...
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