Llega un momento en el que las cosas que parecía que tenías bajo control dejan de estarlo, en el que las personas que parecía que iban a estar a tu lado por siempre, se comienzan a alejar sin importarles todo lo que queda tras ellos, en el que todo lo que conocías, se desdibuja para ponerte frente a un mundo completamente nuevo. Llega un momento en el que lo mejor es preocuparse únicamente de uno mismo, porque todo lo demás es pasajero; un momento en el que te das cuenta de que ya no eres más que el fantasma de lo que eras, que se acabó la inocencia y te inundó la madurez.
Lo peor de los cambios no es que ocurran, porque la vida se compone de eso, de cambios, de giros inesperados o esperados, de situaciones que vienen y van; lo peor es que no te das cuenta de que algunos de ellos tienen lugar, no te das cuenta de que las cosas comienzan a mutar y cuando menos te lo esperas estás metido de lleno en una nueva situación y empiezan a parecerte estúpidos todos los esfuerzos que habías realizado antes para mantener una estabilidad que te permitiera la cordura. Aunque, bueno, no todo son cosas malas, también tiene que haber algo de bueno en que la vida no sea estática, en que sea como una marea que se lleva algunas cosas y regresa con otras nuevas que suplen el vacío que habían dejado las primeras. Y, además, siempre queda la esperanza de que estas nuevas cosas permanezcan por un periodo de tiempo más largo, y que no pretendan arrastrarte mar adentro para ahogarte en preocupaciones.
La vida es una compleja transición, no hay nada claro ni decidido, se respira constantemente la inseguridad, los interrogantes sobre qué pasará, o por qué habrá pasado, pero tenemos que aceptarla como es y cambiar nosotros también para adaptarnos a sus caprichos, porque no podemos detenernos en medio de un mundo que no deja de girar.
La vida es una compleja transición, no hay nada claro ni decidido, se respira constantemente la inseguridad, los interrogantes sobre qué pasará, o por qué habrá pasado, pero tenemos que aceptarla como es y cambiar nosotros también para adaptarnos a sus caprichos, porque no podemos detenernos en medio de un mundo que no deja de girar.
Llega un momento en el que todo cambia... cierto. Hermosa entrada, me alegro de encontrarte por aquí pequeña. Te mando un fuerte abrazo.
ResponderEliminarGracias por volver a pasarte por mi blog después de tanto tiempo. Espero que nos sigamos leyendo por aquí :)
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