El problema es que algunos no nos entienden. No entienden que si nos refugiamos en nuestros múltiples mundos paralelos es porque el mundo real nos parece horrible, o porque ansiamos mundos que no pueden existir. No comprenden que si vivimos vidas ficticias y ajenas es porque las vidas reales no son felices para nadie, y menos en los tiempos que corren, y porque preferimos ver los sentimientos que sentirlos, al menos por ahora. No, no entienden que si hacemos de personajes virtuales nuestros mejores amigos es porque nos sentimos solos, porque los de carne y hueso están lejos o han dejado de compartir lo único que tenían en común con nosotros hace mucho tiempo, y se han alejado, y que, aunque con tus nuevos amigos solo exista una amistad unidireccional, muchas veces es más plena y sincera que cuando dos personas interaccionan. No alcanzan a ver que alguien intangible también puede estar ahí siempre y acompañarte a todos lados en tu mente y tu corazón, y estar ahí contigo para hacerte reír o consolar tus llantos, sin importar el momento. Y no lo entienden porque no quieren, porque en realidad lo que sienten es envidia, envidia porque podemos viajar a otros mundos, ampliar horizontes, aprender y conocer a otra gente con tan solo echar a volar nuestra imaginación, sin salir de nuestra casa, y ellos no. Y no es que estemos locos, es que tenemos otra forma de ver las cosas, una forma que solo entenderán cuando nos entiendan a nosotros.
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