Emma

Siempre había estado sola, nunca había conocido la sensación de tener a alguien que se preocupara por ella, que tuviera el más mínimo interés por cómo estaba, que la quisiera, que secara sus lágrimas cuando lloraba desconsolada preguntándose el por qué de su soledad. Nunca había tenido a nadie que la esperara despierta por las noches, ni un confidente que guardara sus secretos mejor que lo que ella misma sabía hacer. Jamás había conocido el significado de la palabra "amistad" y nunca había sentido lo que todos llamaban "amor".  O, quizás una vez... Pero no fue hasta que el deseo de las velas se cumplió, hasta que dejó lo poco que tenía y se vio arrastrada por pedazos del pasado a una nueva vida, cuando se dio cuenta de que todo había cambiado por completo, que nada quedaba ya de lo que había sido hasta entonces, y que podía enfrentarse a todos los miedos que había ido acumulando para seguir adelante. Se estaba cargando de valor para recuperar el tiempo perdido, para proteger aquello que le pertenecía; porque ahora que lo había recuperado, nadie podría arrebatárselo.