Una palabra hiere más profundamente que una espada. (Robert Burton)
Hay palabras que jamás deberían ser pronunciadas, palabras que incluso, deberían desaparecer de las mentes de las personas, y esfumarse en una nube de humo y perderse en el infinito. Porque, realmente hay palabras que no nos hacen ningún bien, que solo sirven para dañar a las personas, que denotan sufrimiento y tristeza, y que salen de nuestras bocas en momentos inesperados, disparadas como balas para clavarse en el corazoncito de quienes nos rodean. Y que una vez en el aire, no hay manera de volver atrás, y ni siquiera el viento puede llevárselas lejos para que salgan de nuestros oídos.
Quizá una solución sería pensar un poco antes de articular cualquier tipo de palabra, meditar pacientemente lo que vamos a decir y soltarlo con tranquilidad sin que nos domine el desenfreno, y también, pensar en todas aquellas palabras que hemos abandonado y que deberíamos decir más, pero que, sin embargo, parece ser que son las más difíciles de escuchar.
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