jueves, 22 de diciembre de 2011

Ending life

No parecía enorgullecerse de nada, nada le complacía, nadie saciaba su ansia de poder, de dominarlo todo, de dominar a todos. Era tal su sed de tenerlo todo bajo control que algunas veces no conseguía ni controlarse a sí mismo y ordenaba tareas incoherentes. Todo lo observaba y de todo realizaba minuciosos exámenes. Todo debía estar perfecto, siempre.
Siempre andaba con el ceño fruncido y en extrañas ocasiones se les escapaba una sonrisa, y menos aún una carcajada. Sus finos labios apretados dejaban ver de tanto en tanto una malvada sonrisa que auguraba  que quizá algo malo tramaba su retorcida mente.
En el fondo no era mala persona, pero había conseguido ganarse la fama de "gruñón exigente" que dominaba su personalidad. Se quejaba por la falta de atención o disposición a aquello que requería, o gustaba en cada momento, pero sus pequeños ojos de aceituna no le permitían ver como muchos se desvivían por él y, claro está, nunca salía de sus labios la palabra mágica que tanto cuesta escuchar en estos tiempos: "gracias".
Tras largos años de soledad su corazón estaba ya pensando en pararse, en dejar que la maldad se le escapara por los poros, que fluyera y se disolviera en el aire y los océanos. El severo anciano exhaló sus últimos suspiros entre recuerdos de una vida que no le había gustado vivir...

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