sábado, 4 de mayo de 2013

Back to reality

Era de esas que se enamoran de las historias, de esas que sueñan con cuentos de hadas y despiertan con una sonrisa al recordarlos, de esas que, con tan solo cerrar los ojos, empiezan a imaginarse otros mundos donde todo es posible, donde las fantasías son reales y la realidad se convierte en sueños.
Y soñaba con que nada es como parece ser, que todo es lo que le gustaría que fuera, y que nada tiene sentido. Deseaba con anhelo que existiera la magia, y se hacía creer que en algún lugar la encontraría, y que sus ilusiones se tornarían materiales.
Imaginaba que el horror del mundo desaparecía, que la felicidad rondaba por todas partes. Ansiaba todo ello por encima de cualquier cosa a pesar de saber que no era viable, que las cosas no irían bien en un mundo donde no existiera el mal.
Y cuando un día todo fue real, deseó abandonar la fábula. Aquella en la que los dragones sobrevolaban por encima de su cabeza, mientras las hadas espolvoreaban los polvos mágicos sobre las flores, que cantaban dulces melodías al tiempo que las hojas de los árboles se agitaban con el viento y el olor del mar se entremezclaba con el del pan recién hecho. Aquella en que los conjuros solo tenían buenos fines, donde se convertían las negaciones en afirmaciones. Aquella donde las lágrimas eran siempre de alegría, y donde no existía el dolor, ya que, en ese lugar, todos se habían acostumbrado a la felicidad y ya no la apreciaban, y sus corazones se estaban volviendo oscuros y llenándose de tinieblas...
Se había cansado de la perfección, ya no quería más ilusiones, quería regresar a la realidad.


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