domingo, 3 de agosto de 2014

Nights


Me encanta la luz del sol, no lo puedo negar. Me encanta el calor de sus rayos sobre mi piel y la sensación de libertad que eso proporciona, la arena tibia en verano y que me reconforte en invierno cuando el frío aprieta. Me encanta que mi habitación se ilumine con su luz sólo entre las doce y las cuatro del mediodía entre mayo y septiembre y que entre por la ventana del salón entre las diez y las doce todos los días del año... Pero creo que si tuviera que elegir entre un día permanente o una noche eterna, me quedaría con las noches. La calma y la paz, la oscuridad ocultando los defectos de este mundo y poniendo de manifiesto la belleza de las pequeñas cosas a la luz de la luna, haciéndonos que nos fijemos en los pequeños detalles cercanos en lugar de en las grandes evidencias. Esas noches silenciosas, relajantes, purificadoras. Esas noches en las que un libro o una buena película son los mejores compañeros para no dormir. Esas noches que vuelan y se alejan para dar paso al día, despidiendo a la luna perezosa que se resiste a irse del cielo. Y si esas noches son de verano, deberían durar todavía más tiempo. Deberíamos aprovecharlas para soñar sin dormir, para descansar mirando las estrellas, para escuchar el sonido del mar bajo el oscuro cielo y sobre la suave arena. 

Deberíamos vivir esas noches...

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